El valor de BBVA se hunde lastrado por México y sus accionistas se niegan a pagar más por Sabadell
A los obstáculos regulatorios que afronta la OPA lanzada por el BBVA sobre el Banco Sabadell se suma ahora uno inesperado: México. Este país se ha convertido en un problema para el banco y en la causa principal -junto al BCE- de su mal comportamiento en Bolsa. Y esta caída reduce su valoración de cara al canje ofrecido a los accionistas del Sabadell, lo que le obliga, en teoría, a mejorar las condiciones. Algo a lo que se niegan sus propios accionistas y que supone otra amenaza de cara a la junta del 5 de julio.
La victoria de Claudia Sheinbaum en las elecciones de México ha traído una noticia muy negativa para el BBVA: el establecimiento de un impuesto a la banca en ese país, que de momento se está estudiando pero que amenaza con hacer un roto a las cuentas del sector como lo ha provocado el tributo de Pedro Sánchez en España. Y dado que México aporta el 66% del beneficio del banco, el impacto para el BBVA del nuevo impuesto en ese país puede ser mucho mayor.
Según el broker Alantra, «cada punto porcentual del impuesto de sociedades local tendría un impacto negativo cercano al 1% de los beneficios del grupo». A eso se suma la ralentización de la economía mexicana, que se traducirá en un menor volumen de crédito y en una mayor morosidad que lastrarán las cuentas de la filial del BBVA, el antiguo Bancomer. De hecho, una de las razones para la compra del Sabadell es reducir la exposición a las economías emergentes: México, Turquía y América del Sur suponen al 77,5% del resultado de todo el banco.
Por tanto, el BBVA vale menos porque va a ganar menos dinero en el futuro. Y eso se traduce en una bajada de la cotización bursátil: la acción ha perdido un 9,25% desde las elecciones mexicanas y acumula un descenso del 17,25% desde el primer anuncio del intento de fusión amistosa con el Sabadell. Es más, el Sabadell volvió ayer a los niveles anteriores a ese anuncio.
En consecuencia, por culpa de México, el canje ofrecido a los accionistas de éste, de 0,207 acciones del BBVA por cada una del Sabadell, pierde atractivo. Y aumenta el riesgo de que la aceptación de la OPA no llegue al 50,01% necesario.
La solución, según todos los analistas e inversores, es que Carlos Torres, presidente del BBVA, mejore la oferta: bien ofreciendo una ecuación de canje más atractiva, bien ofreciendo una parte en efectivo, bien una mezcla de las dos cosas. Pero los accionistas del BBVA se niegan en redondo a una mejora, como adelantó OKDIARIO, porque ya están sufriendo esas pérdidas en Bolsa y porque el impacto en el balance de la entidad sería mucho mayor. Aparte de que no está nada claro que ellos vayan a lograr un gran beneficio con la compra del Sabadell.
El dilema de Torres
Esto mete en un dilema diabólico a Torres, que tiene que elegir entre dos grandes riesgos. Por un lado, si mantiene la oferta como está -él siempre ha defendido que es la mejor que puede hacer-, se arriesga a que la OPA fracase, algo que no se puede permitir tras el fiasco de la primera intentona de compra del Sabadell en 2020. Por otro lado, si la mejora se arriesga directamente a que la junta de accionistas del 5 de julio no apruebe la ampliación de capital necesaria para lanzar la OPA, lo cual supondría un ridículo aún mayor.
Las fuentes aseguran que, en caso de mejorar la oferta, lo haría después de la junta, ya que basta con que lo apruebe el consejo. Pero eso sería visto por muchos accionistas del BBVA como una «traición» y un «desprecio» a la junta, lo cual también podría originar serios problemas a Torres.
De hecho, no está claro el resultado de dicha junta incluso sin mejora de la OPA, por las dudas sobre las bondades de la operación para el BBVA. Se espera que se apruebe la operación, pero con mucho ruido y preguntas incómodas. Y Torres no las tiene todas consigo, por lo que ha movilizado a la red de oficinas para que contacten con los accionistas y les convenzan de que voten afirmativamente, e incluso les ha mandado un vídeo para insistir en ello.